La cueva de las calaveras, la escondida maravilla natural de Benidoleig
Hace unas semanas, aprovechando que estábamos por Denia, hicimos una visita a la Cueva de las Calaveras de Benidoleig, en la provincia de Alicante. Toda una vida veraneando tan cerca de este lugar y aún no la conocíamos, así que nos pusimos manos a la obra.
La cueva está situada en la carretera de Pedeguer a Benidoleig, por lo que no tiene pérdida. Justo enfrente de la misma hay un parking gratuito, una cafetería y una zona de picnic. Y no cierra en todo el año, por increíble que parezca. En primavera y verano el horario es de 9.00 a 20.00 horas y en otoño e invierno de 9.00 a 18.00 horas.
La entrada cuesta 3,90 euros para adultos y la mitad para niños y se pagan en una tienda de ‘souvenirs’ que hay al lado de la cueva. Y vamos a ser sinceros: los primeros minutos por allí no invitan al optimismo. Figuras de dinosaurios, de hombres prehistóricos, con uno parecido a Brad Pitt recibiéndonos a la entrada, vasijas, moldes con figuras de animales y todo tipo de artilugios a la venta nada más acceder a la cueva…Incluso hay una familia prehistórica en el interior. Fue ahí pensamos que íbamos a ser víctimas de una ‘turistada’.
Sin embargo, una vez comenzamos a caminar hacía la profundidad de la cavidad, se nos pasó esa mala sensación inicial.
A lo largo de sus 300-400 metros visitables (aunque la cavidad tiene 900) pudimos ver estalactitas, estalagmitas y cúpulas de hasta 20 metros de altura. Y sí, a nuestro juicio merece la pena, aunque creemos que sin las figuras y otras cosas del principio sería mucho mejor. Suponemos que todo eso está ahí para hacer la visita más amena a los niños.
Un poco de historia
La primera noticia arqueológica de la cueva no se tuvo hasta 1768, cuando se realizaron los primeros hallazgos en unas perforaciones que tenían como objetivo la búsqueda de agua que precisamente la había hecho popular en tiempos anteriores.
Durante esa expedición se hallaron calaveras y huesos de personas que iban buscando probablemente también el líquido más codiciado. La hipótesis es que quedaron atrapados allí dentro por culpa de las lluvias, que habrían taponado la entrada. Se cree que los restos pertenecían a hombres y chicos jóvenes nacidos durante la España que estuvo bajo dominio musulmán, es decir, entre el año 711 y 1492.
El hallazgo de los huesos ha pasado al folkore popular y la historia se ha distorsionado hasta tal punto de formar parte de las leyendas sobre la cueva y la zona.
Una de ellas versa sobre el Cid Campeador, una de las figuras más importantes de la Reconquista durante el siglo XI. Se habla de que el rey ‘moro’ Ahli Moho, presionado por el líder militar, se refugió en las cuevas con un harén de 150 mujeres llenas de joyas. Al ver que estaban sitiados, decidieron drogarse sin mucha esperanza. Una segunda versión cuenta que un desprendimiento cubrió la salida y muchos años más tarde se encontraron sus calaveras en forma de círculo, pero ni rastro de las joyas.
Sin embargo, los vestigios de habitabilidad de la cueva se remontan a hace más de 50.000 años. De hecho, durante el recorrido es posible apreciar los techos negros, ennegrecidos por el fuego de los neandertales y homo sapiens que se querían librar de los animales salvajes.
Hay además un osario petrificado sobre las paredes que corresponde a los animales que cazaban y pescaban en un lago que había delante de la cueva. Se cree que data de hace 40.000 años antes de Cristo. Allí se encontró también una muela de rinoceronte que está guardada en el Museo de la Diputación de Alicante.
Y es que, en la cavidad han aparecido puntas de flecha, restos humanos y de fauna. También piezas cerámicas del neolítico y la Edad de Bronce.
En los últimos tiempos, las exploraciones de la cueva han tenido también cabida en el programa de Radio Televisión Española ‘Al filo de lo imposible’, con un documental rodado en las profundidades de la parte inundada, a la que accedieron los buceadores en varias inmersiones a partir de 2006.
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