Dubái en dos días: entre el desierto y los rascacielos
Hace ya unos meses, planificando nuestro viaje a Japón, decidimos alargar nuestra escala en Dubái para conocer la que es la ciudad más grande de los Emiratos Árabes Unidos y capital del emirato del mismo nombre, uno de los siete que conforma el país.
Nuestra intención era pasar un par de días para poder conocer lo principal de Dubái y, a ser posible, como objetivos principales, subir al Burj Khalifa (el edificio más alto del mundo, aunque no lo será por mucho tiempo) y hacer una excursión por el desierto. Todo ello sin gastarnos demasiado dinero.
Lo más importante para conocer Dubái durante una escala es comprobar que nuestra compañía de vuelo nos deja hacer una escala larga en la ciudad que queremos ver sin coste adicional, retomando el viaje al destino final unos días después, en nuestro caso dos. Con Fly Emirates en ese sentido no hay ningún problema. Es más, hay bastantes facilidades.
Hacer una escala o ‘stopover’
Para ello hay que utilizar la búsqueda avanzada de la compañía para añadir dos destinos, en nuestro caso Dubái y Tokio, al que se suma Madrid como origen. Esa parada o ‘stopover’ nos debería salir así a coste cero y lo tiene que indicar bien claro durante la reserva. Tras comprar los billetes, Fly Emirates nos facilita un contacto de una agencia de España que trabaja con ellos en el que (se supone) nos ofrecen un paquete vacacional a un gran precio, pero, sinceramente, haciéndolo por nuestra cuenta no salió bastante más barato, prácticamente a la mitad, así que, como siempre os decimos, comparad bien.
También hay que tener en cuenta que si no queréis quedaros más de un día, a veces Fly Emirates facilita, bajo determinadas condiciones, como que tengamos una escala larga de más de ocho horas en clase turista y no tengamos otra opción de escala más corta, transporte y (a veces) incluso alojamiento para ver la ciudad en tan solo unas horas.
Para que tengáis una preferencia de los precios de los vuelos, Madrid-Dubái-Tokio no salió por 620 euros por persona.
Nosotros fuimos a Dubái a finales de agosto, que es allí temporada baja por las altas temperaturas, por lo que buscando un poco pudimos encontrar un hotelazo, el Sheraton Grand Hotel Dubái de cinco estrellas, por apenas 57 euros la noche, una ganga. En nuestro caso lo conseguimos por Atrápalo, pero hay opciones de todo tipo y también más baratas en hoteles muy buenos.
La única pega es que nuestro avión llegaba a Dubái pasada la medianoche, del día 25 al 26, y salía de Dubái hacia Tokio el día 28 bastante temprano, por lo que a pesar de estar tres noches en la ciudad, solo dos de los días iban a ser aprovechables.
El hecho de optar por ese hotel fue porque estaba en unas de las calles (o mejor dicho, carretera, porque allí calles como tal casi no hay) más conocidas de Dubái (Sheikh Zayed Rd) y a menos de cinco minutos a pie de la parada de metro World Trade Center. Esa fue una de las mejores decisiones teniendo en cuenta que íbamos a usar el metro varias veces y que el calor en agosto es asfixiante (40 grados de máxima y unos 29 de mínima), aunque ya os anticipamos que lo sobrellevamos mucho mejor de lo esperado.
Llegada al aeropuerto: ¿metro o taxi?, ¿cuánto dinero saco?
Tras la llegada al aeropuerto de Dubái nos dirigimos hacia el control de aduanas para posteriormente recoger nuestra maleta. Los controles no son excesivamente lentos y desde España no se necesita nada más que nuestro pasaporte (con una vigencia mínima de seis meses) para estancias de menos de 90 días (así que olvidaros de trámites para el visado). De lo que nadie nos salva es del paseo que nos daremos hasta llegar a recoger nuestra ansiada maleta. No en vano, la terminal 3 del aeropuerto de Dubái (a la que llegan los vuelos de Fly Emirates) es la terminal (que no aeropuerto) más grande del mundo.
Tras recoger el equipaje y salir fuera, lo primero que hicimos fue sacar dinero, en concreto 200 dirhams, que al cambio son 50 euros, con una tarjeta de prepago de N26, que nos hicimos para tener menos comisiones en las retiradas de dinero y compras durante nuestros viajes y que es mejor en el extranjero que la de ING que usamos de forma habitual. Y es que, ya hemos desterrado la idea en los viajes de llevar el dinero desde aquí salvo contadas excepciones.
¿Y solo sacamos eso para dos días? Efectivamente, porque allí en Dubái casi todo se puede pagar con tarjeta de crédito, desde el billete de metro, hasta la mayoría de los taxis (a pesar de que lo que leáis por ahí). Obviamente, en los zocos y en comercios muy pequeños es posible que no podamos pagar con tarjeta o no nos fiemos mucho, así que hay que tenerlo en cuenta. Además, no todo el mundo se siente cómodo sin lleva efectivo encima.
En cuanto a la tarjeta N26 es una de las muchas que hay ahora que durante nuestros viajes nos ahorrarán unos euros. De hecho, si utilizáis nuestro código arturoc5087 para haceros la tarjeta os regalarán 15 euros. ¡Para un buen desayuno o unas cervezas! Eso sí, conviene viajar siempre con un par de tarjetas por si acaso una no funciona o se pierde.
¿Y a cuánto equivale en euros el dirham de los Emiratos? Para que os hagáis una idea un dirham son 0,25 euros, cuatro dirhams un euro y 100 dirhams casi 25. Con esas cuentas de la vieja fuimos tirando esos días y nos funcionó bastante bien.
Desde Madrid ya habíamos visto que la mejor opción para ir al hotel (y más a las horas que llegamos, con el metro cerrado) era el taxi. Y así fue, eso sí, tras aguantar otra cola considerable de gente cuyo objetivo era el mismo que el nuestro. Al llegar a nuestro destino apenas pagamos 11-12 euros por el viaje (tasa de aeropuerto incluida) para un total de 10 kilómetros. Por cierto, que el taxi de vuelta al aeropuerto del último día solo nos costó 9 euros.
En cualquier caso, tenéis que fijaros en coger los taxis de color crema, que tienen el techo de diferentes colores (verde, rojo, amarillo…). Esos solo los conducen hombres. También hay taxis de color rosa exclusivos para mujeres, conducidos solo por mujeres.
No obstante también es posible ir en metro (antes del cierre a las 00.00 horas) desde el aeropuerto al centro de Dubái y a nuestra zona en la línea roja. El viaje apenas dura 25 minutos y es poco más de un euro por persona al cambio.
Tras llegar al hotel y subir a nuestra habitación (con subida de maleta del botones incluida y al que dejamos unos 10 dirhams de propina, algo que depende solo de vosotros y que no es obligatorio) disfrutamos de una estupenda ducha y nos fuimos a dormir con muchas ganas de empezar nuestra aventura en Dubái.
¿Qué tenemos que ver?
Día 1: Dubai Mall, exteriores de Burj Khalifa y excursión por el desierto
Los viajes, como siempre os decimos, son algo muy personal. A cada persona le gusta marcar un ritmo diferente y elige sitios que quizás otro desecharía. Sin embargo, aquí simplemente os contaremos nuestra experiencia, huyendo de la típica guía encorsetada. Esperamos que os pueda servir de ejemplo.
Nuestra idea desde el principio era aprovechar el primer día por la mañana para ver la zona del Dubai Mall y el Burj Khalifa (desde abajo) y por la tarde hacer una excursión por el desierto de Dubái, subida y bajada de dunas incluidas en un 4×4.
Con más retraso del esperado debido a que se nos pegaron las sábanas, desayunamos y nos dirigimos a la zona del centro comercial más grande del mundo, zona en la que también está el Burj Khalifa. Para llegar, hay que coger la linea roja hasta Burj Khalifa/ Dubai Mall Metro Station.
Una vez lleguemos, tendremos que andar unos largos minutos hasta llegar al centro comercial, aunque por fortuna no bajo al sol, ya que todo el recorrido está cubierto.
En una visita rápida al centro comercial pudimos ver, entre otras cosas, el acuario de Dubái, de unas dimensiones inimaginables, que son Récord Guinness. Verlo por fuera es gratuito. Si queremos entrar por dentro y ver el túnel submarino tendremos que pagar, aunque todo el mundo dice que lo mejor está por fuera y que no merece la pena pagar. Si decidís entrar, lo más económico es comprar una entrada del Burj Khalifa (en su web oficial) con el acuario incluido para ahorrar un dinero considerable. Aún así, y como nos ocurre siempre, no dejan de darnos pena los animales acuáticos, que pese a tener un gran acuario viven muy limitados, lejos de su hábitat natural que es el mar.
En el centro comercial también nos dio tiempo de ver la famosa cascada, que recorre parte de los grandes almacenes, una impresionante muestra de los Stormtroopers de ‘Star Wars’, un extraño robot en movimiento que parecía un humano con forma de araña y algunas tiendas de tamaño descomunal. Para ello hay que andar mucho, porque es un centro comercial en el que perdernos entra dentro de la normalidad. Es fácil entrar, pero no tanto salir, aunque los carteles y el hecho de que haya WiFi gratuito ayudan bastante. Y es que, los 502.000 metros cuadrados de superficie que tiene lo dicen todo.
Después de eso, recorrimos los exteriores del Burj Khalifa, que desde fuera ya de por sí impresiona. Pese al calor nos pudimos hacer unas fotos sin problemas y vimos el edificio desde varios lugares antes de entrar de nuevo al fresco del centro comercial. Al día siguiente al fin y al cabo volveríamos para subir al edificio más alto del mundo, de 828 metros de altura.
Después de eso nos dirigimos al hotel para refrescarnos, comer rápidamente un sándwich de Carrefour (hay que contarlo todo) y hacer la excursión al desierto, ya que nos recogían en el hotel a las 16.00 horas. El hecho de comer poco no era algo casual, ya que el traqueteo del 4×4 por el desierto era una de las cosas que más nos preocupaba tras leer en más de un blog que no era tan raro marearse. Nuestro consejo: Biodramina, no comer mucho antes y actitud positiva.
La excursión la reservamos desde Madrid con See Dubai Tours, una empresa con atención al cliente en español y de la que solo podemos hablar bien, ya que estuvo en contacto con nosotros hasta que el chófer nos recogió (ya que llegó tarde) y resolvió al momento un par de dudas que teníamos. La excursión nos costó 46 euros por persona (con conductor en inglés, aunque por más precio se puede contratar guía en español los lunes) e incluía cena y espectáculo en un campamento en el desierto.
¿Y merece la pena? Por supuesto que sí. Aunque la excursión tiene las clásicas ‘turistadas’ con una primera parada en una zona para montar en buggy opcional y luego los típicos espectáculos de baile del campamento, merece la pena solo por estar en el desierto descalzo contemplando el atardecer, que para nosotros fue una experiencia increíble. Además, la cena, de tipo buffet, que incluía arroz, ensalada, diferentes tipos de carne y bebidas (no alcohólicas) ilimitadas, entre otras cosas, era más que correcta.
En cuanto a la ‘montaña rusa’ que ofrece el 4×4 deciros que nosotros no nos mareamos (la Biodramina hizo su efecto), pero hay quien lo hace y con razón porque durante varios minutos experimentamos constantes subidas y bajadas con movimientos bruscos a los que contribuye mucho el conductor. A eso hay que sumar que íbamos en la parte de atrás (que es la peor) porque cuando vinieron a por nosotros al hotel, el resto de asientos ya estaban ocupados por otros turistas. Para un rato está muy bien, pero después de varios sobresaltos en el interior del coche, la verdad que agradecimos que el coche fuese por una carretera normal.
Una de las anécdotas del viaje y del desierto fue que nos quedamos atascados en una de las dunas durante 20 minutos y otro conductor de la empresa tuvo que venir a rescatarnos y remolcarnos para salir del ‘atasco’. Sinceramente, cuando ocurrió pensamos que era parte del espectáculo y, a pesar de la ‘preocupación’ del conductor, nosotros no paramos de reírnos durante esos minutos, con el coche medio volcado. Suele pasar bastante por lo visto y de hecho da la sensación algunas veces de que podemos volcar en cualquier momento, pero se supone que está controlado, así que no os asustéis.
El caso es que es ir a Dubái y hacer la excursión por el desierto es una de las mejores decisiones que pudimos tomar en este viaje. El ‘paseo’ duró aproximadamente cinco horas desde que nos recogieron (sobre las 16.20 horas) hasta que llegamos al hotel (sobre las 21.30 horas) y no se hizo para nada largo.
Día 2: Deira y Bur Dubái, Burj Al Arab, subida al Burj Khalifa y Marina de Dubái
Tras un profundo sueño nos dispusimos a empezar a disfrutar del día en el que íbamos a conocer Dubái a fondo, sin tener mucho tiempo de respiro.
Tras desayunar, fuimos a la zona antigua de Dubái, primera parada de nuestro itinerario. Y es que, a pesar de los modernos rascacielos y el lujo, la ciudad también tiene su zona antigua y tradicional, Deira y Bur Dubái, una de las pocas partes de la ciudad por donde podemos pasear como tal, ya que el resto de la ciudad lo conforman largas carreteras con estrechas aceras y escasas sombras.
Nosotros recomendamos visitar la zona de Deira para ver el contraste con la zona moderna y en concreto acudir al zoco del oro y de las especias, con sus estrechas callejuelas y sus vendedores insistentes (aunque no tanto como en otros países como Marruecos) a los que hay que regatear si queremos adquirir algo.
Luego, lo ideal es coger una barca (‘abra’) hacia Bur Dubai por Dubai Creek (una ría natural que se adentra en la tierra aproximadamente 10 kilómetros) para ver numerosas mezquitas (aunque en la mayoría no está permitida la entrada a los no musulmanes). Cruzar en barca solo cuesta un dirham y se paga directamente al conductor. Nosotros no lo hicimos por falta de tiempo, pero os animamos a ello, a ser posible por la tarde cuando baje un poco el sol.
Si queréis cruzar al otro lado sin recurrir a la barca también existen dos puentes y un túnel.
Para llegar a la zona antigua, empezando por el zoco del oro, lo mejor es bajar en la parada de metro de Al Ras, de la línea verde, y desde ahí iniciar nuestro recorrido, que nos llevará más o menos tiempo dependiendo de lo que queramos ver (y comprar). Nosotros solo estuvimos una hora y media por ejemplo.
Tras ello, nos fuimos a ver la playa pública de Jumeirah Beach, con la idea de remojar los pies y ver de fondo el Burj Al Arab, el mejor hotel del mundo, con siete estrellas y construido en su propia isla artificial. Muchos de sus clientes acuden al hotel en helicóptero privado, así que con eso lo decimos todo.
Llegar hasta allí nos costó más de lo que pensamos. La parada que nos indicaba Google era Dubai Internet City Metro Station. Desde allí debíamos coger el autobús número 88 y bajarnos en Wild Wadi 2. Más tarde nos enteramos que una opción ligeramente más rápida es bajarse en la parada Sharaf DG y coger el autobús 81 hasta Wild Wadi 2.
El caso es que si bajáis en Dubai Internet City Metro Station como nosotros deberéis dirigiros tras andar un rato a la salida MS Seaside, la más cercana al mar por así decirlo. Nosotros nos hicimos un lío y salimos por la puerta contraria, así que tuvimos que retroceder. Una vez salimos de la estación por la puerta correcta, nos dirigimos por la calle que tenemos en frente (junto al Gloria Hotel, Two Seasons Hotel and Apartments) hasta la parada del autobús.
Otro obstáculo fue que el conductor del autobús pensaba que nuestra tarjeta de un día de NOL Card no valía para el autobús y ahí estuvimos un rato debatiendo con él hasta que otro conductor le confirmó que sí era válida. Además, otro problema añadido es que en los autobuses no se puede pagar en metálico, así que o tenemos la tarjeta o estamos perdidos.
Tras este ‘duro’ camino, llegamos a la playa de Jumeirah Beach y comprobamos con asombro que una parte de ésta estaba en obras y estropeaba la vista del Burj Al Arab, pero no fue problema para disfrutar del rato que pasamos por allí, en el que nos mojamos hasta las rodillas en las cálidas aguas de la playa, que por cierto (como ya adivinaréis) es artificial y no destaca por su belleza. Sin embargo, nos sirvió para relajarnos durante un rato largo.
Después de eso cogimos uno de los autobuses (no recordamos si el 81 o el 88) de la parada más cercana que llevaba al Dubai Mall, ya que a las 18.15 horas debíamos estar listos para subir al Burj Khalifa.
El Burj Khalifa
Para entrar al Burj Khalifa os recomendamos comprar la entrada por internet (presencial es bastante más cara) y ver el atardecer. Las entradas se venden con horario, en intervalos de media hora. Si es posible, lo mejor es aprovechar la subida cuando el sol esté a punto de empezar a descender, ya que si compráis la entrada para ver toda la transcición de tarde-atardecer-anocher será bastante más caro. Antes de ir, podéis comprobar en internet cuando atardece y anochece en Dubái.
Una vez lleguéis al Dubái Mall tenéis que buscar los carteles en los que ponga ‘At the top-Burj Khalifa’ (cerca de la ‘Food Court’ o zona de restaurantes) y dirigiros hasta allí porque los accesos no son exteriores. Allí cambiaréis el código bidi que os mandaron al email por vuestras entradas físicas y los trabajadores os dirán que volváis allí 15 minutos antes de lo que marca vuestra entrada para poder acceder al edificio.
Usad la picardía y si por ejemplo cogéis la entrada de las 18.30 en verano como hicimos nosotros (poco antes de que atardeciese) estad allí a las 18.05 ya por allí, y no a las 18.15. Si no hay mucha gente os dejarán entrar y a las 18.15 estaréis arriba, 15 minutos después de hacerlo algunas personas que han gastado bastante dinero más que vosotros.
Nosotros optamos por comprar en la web oficial del Burj Khalifa la entrada normal, la de las plantas 124 y 125, por las que os podéis mover libremente, y que tiene un precio que va desde los 149 AED (37 euros aproximadamente), que fue lo que pagamos nosotros, y que se puede disparar hasta los 213 AED o más (53 euros) según la hora y la temporada. Para que os hagáis una idea, y al hilo de lo anterior, a las 18 horas la entrada costaba 213 dirhams, pero media hora más tarde 149, así que seguid nuestro consejo si es posible. En temporada baja no creemos que tengáis problema. Tampoco lo vais a tener si decidís ir por la mañana, que es cuando más barato es subir. En temporada alta, imaginamos que la cosa cambia.
También hay otras entradas que además de a la planta 124 y 125 nos llevan hasta la 148 y que cuestan desde 378 AED (94 euros). Nosotros lo vimos demasiado caro y además las opiniones mayoritarias de los que habían visto la planta más alta abierta el público nos hacían creer que la diferencia de precio no compensaba lo que se veía con la entrada normal.
También hay otras entradas más exclusivas con cátering y cócteles, pero evidentemente mucho más caras, y combinadas con una experiencia en realidad virtual o un pack que incluye también la entrada al acuario del Dubai Mall.
Subir arriba sin embargo, hagáis como lo hagáis, es una experiencia increíble, aunque hemos leído opiniones negativas de personas que han subido en temporada alta y que se quejan de que hay demasiada gente y tuvieron que aguantar colas inaguantables. No fue nuestro caso.
Ir por los pasillos y subir en el ascensor nos recordaron incluso a las clásicas atracciones de los grandes parques de atracciones donde hay un preámbulo hasta que se disfruta la experiencia en sí. Tras pasar por varias estancias en las que nos cuentan la historia del edificio y hacernos algunas fotos con croma (que luego nos podremos quedar previo pago) tocó el turno de subir. La subida es rápida y no es un ascensor transparente, lo que evita vértigos, pero es impactante por la velocidad que se alcanza y por la ‘mística’ que envuelve al mismo con música y luces a juego. Durante el ascenso, se taponan los oídos por la rápida subida, pero nada lejos de lo normal y nada que no arregle el tragar saliva.
En lo que se refiere a las vistas, éstas son espectaculares y ver como atardece y van cambiando las tonalidades de los edificios es increíble, con el desierto por un lado y el mar por otro al fondo. Había gente, pero no demasiada, aunque como ya hemos dicho suponemos que la temporada baja también contribuye a ello.
Desde arriba también vimos el clásico espectáculo de las fuentes (otra de las cosas obligadas que hay que contemplar), que comienza a las 18.30 horas y se realiza cada media hora, hasta las 23.00 horas, alternando normalmente música árabe y música clásica.
Tras disfrutar de lo lindo e inmortalizar el recuerdo, bajamos para ver otra vez el espectáculo de las fuentes desde tierra firme. El juego de agua y luces, que está diseñado por los artífices de las fuentes del Bellagio de Las Vegas, con todos los rascacielos y el Burj Khalifa alrededor es maravilloso.
También existe la posibilidad de ver el espectáculo desde una barca, previa reserva de unos 15-20 euros (en Google podéis encontrar muchísimas opciones).
Dubái Marina
Tras merendar un par de zumos en el Dubai Mall, acudimos al que es otro de los lugares de visita obligatoria: Dubái Marina, la zona del lujo junto al club deportivo a la que tenemos que ir a ser posible por la noche.
Pasear por allí al caer al sol entre rascacielos iluminados y al lado del agua que entra desde el mar es una de las imágenes que siempre se quedarán en el recuerdo.
Una de las cosas que nos quedó pendientes es hacer un pequeño crucero por la Marina (los hay para todo tipo de bolsillos) y ver toda esa zona desde el mar, pero esperamos volver algún día para no quedarnos con las ganas.
Para llegar a Dubái Marina debemos coger el metro (en nuestro caso fue desde Dubai Mall) y llegar hasta la parada de DMCC Metro Station 1. Desde allí podemos andar hasta Dubái Marina unos 15-20 minutos, pero hay otra opción que nos deja más cerca y que consiste en bajar en Damac Properties. Desde allí nos dirigiremos (sin salir fuera, ya que forma parte del mismo ‘intercambiador’) hasta Dubai Marina 1 para coger el tranvía (que viene incluido en la tarjeta transporte de un día) y bajaremos en Jumeirah Beach Residence 1, desde donde andaremos unos cinco minutos (lo ideal es meternos hacía la derecha en cuanto haya posibilidad para salir a la zona que podéis ver justo en la foto de arriba en la que sale Carol de espaldas). Sin embargo, el primer itinerario y el segundo nos servirán para ver Dubái Marina desde puntos diferentes: el primera más cerca de la zona de yates y el segundo más cerca del mar.
Igualmente podremos cruzar de un lado a otro a través de un puente (que es también para vehículos, aunque hay acera) y en las dos partes hay restaurantes para cenar si esa es nuestra intención.
Tan bien estábamos allí (cena incluida) que perdimos el último metro y tuvimos que coger un taxi al hotel, que no estaba precisamente al lado. Menos mal que los taxis allí no son caros…La carrera nos costó menos de 15 euros, así que también lo podéis contemplar como alternativa.
Ojo con esto porque el metro en Dubái se supone que cierra a las 00:00 horas, pero eso no quiere decir que a las 00:00 horas pase el tren por nuestra parada, así que mirad bien los horarios, porque quizás lleguéis a las 23.15 a una estación y ya no haya trenes, como nos sucedió a nosotros.
Lo que no vimos por falta de tiempo es la zona residencial de Madinat Jumeirah, inspirada en Venecia, sacrificio que hicimos para disfrutar más de Dubái Marina y la zona del Burj Khalifa. Si podéis y tenéis tiempo es otra zona a tener en cuenta para ver otra perspectiva del Burj Al Arab y disfrutar de una pequeña ciudad árabe en miniatura.
Y con esto, hemos acabado con lo principal de Dubái, aunque, como ya dijimos al principio, todo depende de gustos. Para los que lo prefieran, hay numerosos parques de atracciones y acuáticos y un par de museos a los que se puede acudir. Sin olvidar por ejemplo el Dubái Frame, un enorme edificio con forma de marco de cuadro que ofrece buenas vistas y consta de una pasarela de cristal no apta para personas con vértigo.
Transporte en Dubái
Las distancias en Dubái son enormes, por lo que olvidaros de conocer la ciudad andando sin parar. Lo mejor es usar el transporte público, que por cierto funciona fenomenal, con muchas frecuencias, sobre todo el metro, que consta de dos líneas (la verde y la roja). Si vais a cogerlo solo una vez, lo mejor es un billete sencillo de 4 AED (un euro) en adelante y cuyo precio dependerá de la distancia. La máquina nos expedirá una NOL Card roja que podemos recargar hasta con diez viajes. Podemos pagar con tarjeta o en efectivo.
Sin embargo, si vamos a hacer más de un viaje conviene comprar el 1 Day Pass que nos cuesta 22 AED, unos 5,40 euros al cambio, y se puede utilizar hasta el final del servicio de ese día. Vale para trenes de metro, autobuses y el tranvía de todas las zonas, pero no para el monorail, que se paga aparte. El color de la tarjeta, como el billete sencillo, también es rojo.
Otra de las cosas a tener en cuenta en el metro es que hay varios tipos de vagones: los ‘gold’, que son como los ‘premium’ y cuestan más y suelen estar en la parte delantera, los de mujeres y niños y los generales, que son los que no pone nada y son la mayoría como podéis ver en la foto. Vale la pena tenerlo en cuenta, aunque de todas formas está muy bien indicado.
Tanto para acceder como para salir del metro y del autobús hay que pasar la tarjeta siempre.
En cuanto al autobús, que solo lo cogimos un par de veces, lo bueno es que una gran parte de las paradas son cubiertas y están climatizadas, mostrando información de la frecuencia de los vehículos, que además son modernos y confortables.
Dónde comer
Os diríamos que comimos muchos manjares locales en Dubái, pero mentiríamos. Aprovechamos el tiempo al máximo y nuestros horarios, en general, fueron desordenados. Para muestra la siguiente: comimos en un McDonalds a las 17.40 horas, poco antes de subir al Burj Khalifa. Preferimos ser sinceros.
Sin embargo, sí os podemos recomendar sitios, aunque no muchos. Desayunamos dos veces seguidas en The Sum of Us, un sitio muy ‘americano’ al lado del hotel en el que nos trataron genial. Tostadas muy grandes con mantequilla y un croissant y dos cafés por 13 euros, 6,5 cada uno. No es barato si lo comparamos con España, pero era lo que había y nos sentó genial.
Como ya hemos dicho, el primer día comimos un sándwich en el hotel que compramos en el Carrefour que estaba al lado y antes de subir al Burj Khalifa de forma rápida en el McDonalds más cerca de la zona de acceso al edificio. El establecimiento comparte mesas con otros restaurantes asiáticos y cadenas de todo tipo que se disponen en una plaza cubierta, así que podemos combinar comida de diferentes sitios y comerla ahí sin problema. Tomamos dos menús Big Mac grandes y pagamos 7 euros por persona. Como en España, vamos.
En cuanto a las cenas, el primer día disfrutamos del buffet que nos ofrecieron en pleno desierto y el segundo cenamos en Dubái Marina, en el restaurante italiano Massimo´s (en Dubái hay un montón de cadenas de restaurantes italianas). Pedimos un par de pizzas y bebida y salimos por unos 15 euros por persona. En la zona hay restaurantes de todo tipo de comida y de precios para elegir. Obviamente también hay lujos prohibitivos.
También os podemos decir que vimos precios muy económicos en la zona de Deira, donde se puede comer por menos de 5 euros al cambio, aunque no tuvimos el gusto de entrar en ninguno.
En resumen, es posible comer por poco dinero. Que no os asuste el tópico de que Dubái es caro, porque veréis que no lo es tanto como pintan si sabemos buscar bien y comparar.
Por cierto, que en Dubái son muy habituales los ‘brunch’, cuyos clientes son mayoritariamente turistas o extranjeros que viven allí. No son baratos, pero la comida y la bebida son ‘ilimitadas’, así que si os sobra tiempo en la ciudad ya sabéis.
Consejos, trucos, experiencias…
– Para ir a Dubái desde España solo nos hace falta el pasaporte, que nos permitirá una estancia allí de 90 días como máximo. Si estamos más tiempo sí necesitaremos visado.
– No os asustéis si en vuestro hotel de Dubái os cobran un depósito de dinero (a nosotros fue de 500 AED, unos 125 euros) por posibles cargos en la habitación porque es normal. Días después de vuestra estancia se os devolverá en la tarjeta de crédito. De lo que no os salvaréis será de las tasas de turismo, que varían entre los 7 y 20 dirhams por noche dependiendo del hotel.
– La tarjeta de crédito está admitida en casi todos los sitios y, de hecho, es imprescindible en muchos establecimientos, así que no os preocupéis del dinero en efectivo en general salvo si queréis dar propinas, que no son obligatorias, pero siempre aceptan con una amplia sonrisa. Acordaros de activar vuestra tarjeta para pagos en el extranjero antes de llegar.
– El alcohol en general está prohibido en Dubái, pero como turista no tendrás problema en consumirlo en locales privados (nunca por la calle). Eso sí, no es barato.
– La forma de vestir no es problema a pesar de ser un país musulmán, siempre y cuando no estemos hablando de visitar una mezquita, en las que las mujeres deben ir casi totalmente cubiertas. Por otro lado, es habitual ver a mujeres en bikini en la playa, pero fuera de ella es conveniente excluir los ‘shorts’ y las camisetas demasiado escotadas y sin hombros del vestuario.
– Las muestras de afecto en público no están bien vistas y podéis tener un problema, así que mejor evitar los besos y darse la mano (ya sabemos que es difícil de aceptar, pero mejor no jugar con la interpretación de la ley). De hecho, si no habéis pasado por el altar o por el juzgado, se supone que está prohibido que durmáis en la misma habitación de hotel, aunque siempre se hace la vista gorda. La homosexualidad por su parte está prohibida, por lo que lo mejor es extremar las precauciones y pedir camas separadas.
– Está prohibido comer y beber alcohol en los transportes públicos, en los que tampoco se puede mascar chicle, así que ojo que puede haber multas. Nosotros no nos la jugamos, aunque vimos a unas cuantas personas desobedecer la ley. Tampoco se puede bailar en la calle, aunque con el calor que hace dudamos que os apetezca.
– No se puede fotografiar a una mujer sin su permiso, así que mejor no parecer un ‘paparazzi’.
– Durante el Ramadán está prohibido comer, beber, fumar, hacer ruido etc, en lugares públicos hasta el atardecer, así que mejor no ir en esa época para no morir deshidratados.
– Las entradas para el Burj Khalifa y la experiencia en 4×4 por el desierto es mejor contratarlas desde casa. Para el rascacielos, mejor en su web oficial y para el desierto, una página de confianza con referencias positivas.
– Los taxis son muy económicos para desplazaros y se pueden pagar con tarjeta. Antes de montaros, si queréis pagar con ella, preguntadle al conductor si es posible. Si os dice que no, coged otro vehículo. Los taxis ‘buenos’ son los de color crema con techos de diferentes colores. Los rosas son solo para mujeres. Si no tienen esos colores, mejor evitarlos porque nos costarán más dinero (por ejemplo los que son blancos).
– El metro es el mejor transporte para movernos en plan ‘low cost’. La 1 Day Pass es la mejor alternativa si estamos poco tiempo y podemos combinarla con autobuses y tranvía. Hay quienes alquilan coche, pero son los menos, y no tenemos ninguna referencia de nadie que lo haya hecho. Para poco tiempo dudamos que compense, salvo si queremos movernos a otras ciudades.
– Este consejo es de sentido común, pero bebed mucha agua, llevad gorra, echaros crema y buscad las sombras y el aire acondicionado de los centros comerciales hasta que caiga el sol.
– ¿Merece la pena Dubái? Por supuesto. De hecho nuestra idea es volver a Dubái algún día y conocer también Abu Dhabi, a unos kilómetros de la ciudad. De verdad, si vais y tenéis tiempo, conocer la ciudad y pasar al menos una noche si es posible porque es cuando la ciudad gana y se vuelve mágica. De hecho, vemos mucha diferencia entre las experiencias de quienes han visto la ciudad tan solo unas horas y quienes se han quedado allí a pasar al menos una noche, aunque lo ideal es dos o más.
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