Cinco días en Menorca, una isla preciosa para recorrer a pie, ¿y en autobús?
Cómo algunos habréis visto por Instagram, en agosto estuvimos cinco días y cuatro noches en Menorca, disfrutando de la isla de forma pausada. Y ahora, por fin, os contamos nuestra experiencia con un spoiler final que os adelantamos en el título: es una isla ideal para recorrer a pie o incluso en bicicleta y conocerla mucho mejor. ¿Lo malo? Que nos hubiese gustado estar más tiempo.
Menorca no pasaba por nuestros planes este pasado verano. De hecho, ya habíamos mirado mucha información para ir a Perú, uno de nuestros viajes soñados. Como os pasó a muchos de vosotros, el coronavirus trastocó todos nuestros planes y tuvimos que mirar alternativas por España. Y ahí es donde entra la isla balear.
Como siempre, teníamos claro que queríamos ver muchos lugares de Menorca, pero sin agobiarnos, aunque supusiese hacer sacrificios y perdernos sitios. Así, enfocamos el viaje con la idea clara de ver algunas de las calas y playas más destacadas, y localidades como Mahón, Ciudadela (o Ciutadella) y Binibeca Vell, además de hacer una etapa o dos a pie del Camí de Cavalls.
Sí, sabemos que no son todos los sitios destacados, pero nuestra forma de viajar tampoco es la de todo el mundo y en los últimos tiempos se ha ido transformando bastante. Ya no nos gusta tanto ver el máximo número de lugares en un día, yendo de un lado para otro como una peonza, sin poder parar y disfrutar. Ahora seguimos andando muchísimo, pero si algún sitio nos gusta no tenemos problema en quedarnos más tiempo de lo habitual para disfrutarlo más. Aunque eso suponga sacrificios turísticos.
Transporte y alojamiento
Lo primero para ir a Menorca y que no salga demasiado caro es como siempre comprar los vuelos con antelación. Sin embargo, por primera vez desde que organizamos nuestros viajes, cometimos un error inesperado. Porque compramos los vuelos más de 30 días antes, una vez concluida la desescalada, pensando que el precio no era malo: unos 150 ida y vuelta, teniendo en cuenta que viajábamos en agosto. ¿Y qué pasó? Pues que 15 días después los vuelos bajaron a menos de la mitad por la ampliación de la oferta y la poca demanda. Una ‘gracia’ que nos acabamos tomando a risa.
En esta situación excepcional de pandemia, la antelación para comprar un vuelo ya no es tan importante. Nunca hubiésemos pensado encontrar vuelos para viajar a Menorca desde Madrid en temporada alta por 75 euros ida y vuelta e incluso menos, como fue el caso.
Lo que sí encontramos son precios ajustados en buenos hoteles, lo que es un logro hablando del destino en el mes más caro del año. En Mahón, el primer día, nos quedamos en el hotel Catalonia Mirador Des Port, de tres estrellas, a 115 euros la noche. No es barato, pero el precio tampoco es el habitual en la isla en esa época. Como dato útil, el alojamiento ofrece un menú durante todo el día de 15 euros con primero, segundo y postre que está bastante bien. Además tiene una piscina muy coqueta.
Las tres siguientes noches fueron algo más económicas teniendo en cuenta el destino, las fechas y que se trataba de un todo incluido. Y es que, aunque no somos fans de este tipo de ‘barra libre’ (sobre todo viendo la cantidad de comida que se desperdicia), también miramos el dinero. Y la noche en una doble en el Sol Milanos Pingüinos, en Son Bou, al sur, nos salió a 100 euros (50 cada uno) con desayuno, comida, cena y bebidas y snacks incluidos. No encontramos nada más económico en la isla para esos días y es probable que nunca lo hagamos. Porque ir a Menorca en julio y agosto es muy caro y, salvo este año, la cantidad de gente que suele ir a la isla esos dos meses puede llegar a agobiar.
El hotel era, como nosotros decimos, un poco de batalla, con comida regular y muy enfocado al turismo playero, pero no paramos allí nada más que para hacer las comidas y dormir, así que nos valía.
Transporte: Mejor coche, ¿pero podemos movernos en autobús?
En Menorca, como casi cualquier isla, lo ideal es alquilar un coche para movernos, pero en verano también es posible desplazarnos en autobús. Y sí, aunque parezca una locura, fue la forma en la que nos movimos por la isla, combinada con taxis en los que nos desplazamos en momentos puntuales, como de Mahón a Son Bou.
Sorprendentemente, y haciendo cálculos, salió más barato que alquilar un coche para cinco días. ¿Lo bueno? El precio y la comodidad de no tener que aparcar. ¿Lo malo? Estar pendientes de los horarios del bus, incómodo pero no dramático, y de tener que llamar a radiotaxi cuando necesitábamos un coche, con esperas que nunca superaron los 10-15 minutos. Evidentemente, si hubiésemos alquilado coche podríamos haber visto más sitios y hacer más desplazamientos.
Hay que tener en cuenta que nosotros hemos ido en un agosto ‘raro’, con todo lo que conllevaba de menos gente, más comodidad y menos esperas, pero lo normal ese mes es tener que madrugar mucho si queremos aparcar cerca de una cala o playa popular. Y ni siquiera eso garantiza el éxito, por lo que según qué cosas, por ejemplo ir de Mahón a Cala Galdana y a todas las calas cercanas, puede que lo mejor sea el autobús. Sobre todo si no somos de levantarnos temprano.
Hablamos siempre de hacer esto en verano, y siempre en esta temporada, porque fuera de los meses con más turistas los horarios del autobús se reducen y muchas las líneas se suprimen (y ya había alguna suspendida por el coronavirus).
E insistimos: julio y agosto no son los mejores meses para conocer Menorca por la alta afluencia de turistas, excepto este año y veremos si el que viene.
En autobús pudimos llegar sin problemas desde Son Bou hasta Cala Galdana, a Ciudadela, a Binibeca Vell y a Cala en Porter, entre otros sitios. He aquí el arte de estudiarse bien los horarios y combinar los autobuses con precisión. Estos, cómo decía antes, son parte de los contras. Os dejamos no obstante la web de transporte de Menorca, que acabamos metiendo como una de nuestras favoritas.
Además de estos autobuses hay otros de empresas privadas como Autocares Torres, con bastantes líneas, como la que va de Ciudadela a Cala Turqueta, solo disponible en verano, o la que va de Mahón al aeropuerto. En cuanto a las tarifas, varían según las líneas. Por ejemplo, un trayecto entre Mahón y Cala en Porter cuesta 1,75 euros y uno entre Mahón y Ciudadela, dos puntos más alejados, tiene un precio de 5,40 euros.
También cogimos taxis, la mayoría de un importe de 10 euros, excepto el que nos llevó de Es Grau a Mahón, para recoger maletas tras una jornada de senderismo, y de ahí a Son Bou, que en total nos supuso unos 46 euros. Desde el aeropuerto a Mahón también cogimos taxi, que nos costó 15 euros si mal no recordamos, mientras que a la vuelta ya optamos por el autobús (o mejor dicho, minibús), aunque si vais más de dos no compensa. De hecho fuimos en el mismo como sardinas en lata, sin poder movernos. Y eso en tiempos de coronavirus…Ojo con eso.
Planificación
Como os decimos, nosotros nos alojamos la primera noche en Mahón y las siguientes todas en Son Bou, al sur. ¿Lo ideal si volviésemos y quisiésemos ver muchas cosas? Optar por Mahón o Ciudadela como base general porque tienen unas conexiones estupendas con casi todas las zonas de la isla, incluidas las mejores calas. Así evitaremos tener que hacer trasbordos, etc. Eso si no optamos por llevar coche. Aunque al final, casi siempre manda el presupuesto.
También, en una futura segunda ocasión, nos gustaría conocer más el norte de la isla, más salvaje y puro que el sur, más turístico y masificado, lo que hace que algunos sitios preciosos (como cala Mitjana o Macarella) pierdan encanto.
El primer día, que llegamos pasadas las 15.00 horas, por lo que se nos fue buena parte de la jornada, vimos Mahón, tanto su bonito casco antiguo como su puerto, y la Fortaleza de la Mola, todo un esencial de la isla. La idea de quedarnos en Mahón la primera noche era dormir allí para al día siguiente hacer una ruta del Camí de Cavalls desde Es Grau hasta el Faro de Favaritx, al norte de la isla.
Algunos os preguntaréis, ¿y qué es el Camí de Cavalls?. En pocas palabras, es un sendero de gran recorrido que recorrer toda la isla, casi siempre muy cerca de la costa. Sin embargo, también se mete por zonas de pasto y cultivo y bosque e incluso en tramos urbanos, como el caso de Mahón y Ciudadela. Es, en pocas palabras, una enorme vía verde.
No conocemos Menorca a la perfección, evidentemente, pero sí creemos (y más hablando con gente local) que no hay mejor forma de conocer la isla que recorriéndola a pie o en bici en su totalidad. En total, son 185 kilómetros y nosotros hicimos solo dos etapas, pero nos quedamos con muchas ganas de más.
El Camí de Cavalls, de lo mejor de Menorca
La etapa que elegimos para el segundo día (primero completo) era la 2, Es Grau-faro de Favàritx, de unas 3 horas solo ida, con un ritmo pausado (en nuestro caso seis porque regresamos). El bus hasta Es Grau es directo y apenas se tarda 10 minutos. Una vez allí nos dirigimos hacía la playa, donde empieza nuestro camino, muy bien indicado mediante postes, con subidas y bajadas a veces pronunciadas, pero sin apenas dificultad. Toda una delicia para los senderistas, porque durante esta etapa vemos calas vírgenes totalmente vacías, preciosas vistas de la costa y, también, cuando el camino se desvía hacía el interior, campos enormes con caballos viviendo en libertad. En definitiva, una pasada.
Ya en la parte final de la etapa llegamos a Cala Tortuga y de ahí al faro. Nuestra recomendación es que no hagáis la ruta demasiado tarde y que llevéis protección para cubrir la cabeza y mucha agua, además de fruta o frutos secos. Lo de siempre, vamos.
A la vuelta en Es Grau comimos en el Bar Es Grau, un sitio con bocadillos, ensaladas y platos combinados a un precio razonable para Menorca, pero sin grandes alardes.
El Camí de Cavalls se puede hacer a pie, pero también en bici, aunque en muchos tramos la tendremos que llevar a cuestas. También, obviamente, la podemos hacer a caballo.
Lo bueno es que apenas había gente por el camino (y en general en Menorca, que en agosto suele ser un hervidero de gente) por la pandemia. Algo positivo tenía que darnos un año tan malo…
Igualmente, no es lo más turístico de Menorca porque el que viene de fuera de la isla en general busca más las calas y el sol que otra cosa. Pero también tenemos claro que es complicado que nos encontremos calas tan solitarias como las que nos vimos durante esta etapa que hicimos del camino.
Calas, Ciudadela, Binibeca Vell…
El segundo día, ya en Son Bou, optamos por un día casi completo de relax, más allá de un paseo largo de más de dos horas hasta Santo Tomás, también por el Camí de Cavalls (etapa 15).
Son Bou, al sur, es la playa más grande de Menorca y lo más parecido a un paraíso para tomar el sol y desconectar sin nadie que nos moleste. Su gran extensión de 3 km y su arena fina y blanca, aseguran la calma. Si queremos desconexión frente al mar este es un buen lugar. Nada que envidiar a algunas playas caribeñas.
El tercer día, tras un baño en Son Bou, fuimos a Ciudadela, uno de los lugares que más nos sorprendió de la isla, probablemente porque no esperábamos tanto de ella.
La antigua capital, objeto de deseo de árabes, turcos y británicos, es una maravilla para los sentidos. El puerto, sus calles, su imponente Catedral y el Castillo de San Nicolás, en los que se nota ese legado histórico, hacen que sea uno de los imprescindibles de Menorca, más allá de las playas y calas que atraen a miles de turistas cada año. Lo malo fue quedarnos con ganas de más y a buen seguro que volveremos la próxima vez y nos alojaremos allí.
También aprovechamos el día para ver Cala Turqueta, una de las playas más chulas de la isla, aunque fue uno de los sitios donde más gente vimos, lo que le restó bastante atractivo.
El cuarto día madrugamos y fuimos a Cala Mitjana y Mitjaneta, Cala Galdana y Cala Macarella y Macarelleta, un combo increíble que se puede hacer a pie sin problemas. Si tenemos que elegir una, nos quedaríamos con Mitjana, pero es algo muy subjetivo. Podéis empezar precisamente allí y dirigiros hacía Cala Galdana para terminar en cala Macarella. Lo decimos porque es lo más rápido, aunque nosotros llegamos a Cala Galdana y de ahí fuimos a Cala Mitjana para luego volver al punto inicial y conocer Cala Macarella. Si no paramos ni un momento, podemos recorrer todos esos lugares a pie en menos de dos horas, de una punta a otra.
Y sí, las cinco calas nos parecieron preciosas, pero vimos en algunos momentos demasiada gente. No queremos pensar como estaría todo aquello en años anteriores, algo más que ratifica que lo mejor es intentar evitar julio y agosto. Y eso que fue «un agosto que parece mayo o junio», según la recepcionista de nuestro hotel en Son Bou.
El quinto día, el último, aprovechamos para ver Binibeca Vell y la Cova d`en Xoroi, en Cala en Porter, antes de irnos al aeropuerto. Y aquí tuvimos sensaciones encontradas.
Binibeca Vell nos encantó porque además apenas había gente. Y es sin duda uno de los imprescindibles de Menorca. Se trata de una urbanización (para otros poblado o pueblo) creada en los años 60 en torno al mar y que imita las típicas zonas costeras de pescadores de otros lugares, todas de color blanco. Son muchos los que comentan que carece de historia (es verdad que demasiada no tiene) y que fue creada de forma artificial para atraer turistas, pero pese a eso es un sitio precioso e idílico frente al mar. Más que recomendado.
Sin embargo, todo lo bueno de Binibeca Vell no lo tuvimos en la Cova d`en Xoroi, un lugar que creemos que está explotado a más no poder y muy enfocado a los turistas. El sitio es precioso, una preciosa gruta sobre un acantilado de película; esa es la parte buena. El problema es que el espacio natural se ha convertido en un negocio. El precio parte de los 10 euros en los momentos de día y menos demandados (cuando fuimos nosotros) hasta los 15 que se pagan por la tarde, momento en el que no nos daba tiempo ir. En todos los casos, incluye una consumición, que tendrá un extra si es un combinado con alcohol. Los precios creemos que varían según la época, no obstante.
Mejor comprar la entrada por internet (si el COVID-19 lo permite) si no queréis aguantar una cola que va de llevable hasta una de más de dos horas si el objetivo es ver atardecer. Ya encontrar mesa buena es otro cantar porque hay zonas VIP, etc.
Hay gente, también amigos nuestros, que han tenido una experiencia muy positiva de este lugar, pero nosotros nos quedamos con un sabor agridulce, aunque si es cierto que fuimos por la mañana y no al atardecer, dónde debe ganar bastante.
Y de ahí no dio mucho tiempo a mucho más, nada más que ir al aeropuerto.
Por cierto, que si queréis dejar las maletas en una consigna el último día como nosotros, las dejamos en Consignas Menorca, al lado de la estación de autobuses. Todo el proceso para dejar el equipaje es automático y nos vino la mar de bien.
En cuánto a sitios de comer, os mentiríamos si os recomendásemos alguno, más allá del restaurante del Catalonia Mirador Des Port. Porque nada más llegar comimos en una terraza-kiosko de Mahón para salir del paso y, a excepción del bar Es Grau, aprovechamos el todo incluido al máximo. Tan solo un día nos saltamos una de las comidas (el cuarto) y compramos en Cala Galdana pan y fiambre para hacernos unos bocadillos. Con lo que nos encanta la gastronomía, como habréis visto en otras de nuestras escapadas y viajes, en Menorca la hemos abandonado totalmente.
Conclusiones
Como veis, sacrificamos lugares como Fornells, Cala Escorxada, Cala en Blanes, el Monte Toro o la Playa de Cavallería, siendo este último el que más nos hubiese gustado ver. ¿Los podríamos haber visto si hubiésemos cogido coche? Desde luego, pero la sensación que tenemos no fue esa, sino el hecho de lo que queremos para la próxima vez es recorrer la isla a pie, con mucho más tiempo y con calma. Esperemos que algún día y dentro de no mucho tiempo.
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